Mateo 20 1-16
Al anochecer, el dueño de la viña dijo al capataz: Reúne a los trabajadores y págales su jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros. Pasaron los del atardecer y recibieron un denario. Cuando llegaron los primeros, esperaban recibir más; pero también ellos recibieron un denario. Al recibirlo, protestaron al propietario: Estos últimos han trabajado una hora y les has pagado igual que a nosotros, que hemos soportado la fatiga y el calor del día. Él contestó a uno de ellos: Amigo, no te hago injusticia; ¿no nos apalabramos en un denario? Pues toma lo tuyo y vete. Que yo quiero dar al último lo mismo que a ti. ¿O no puedo yo disponer de mis bienes como me parezca? ¿Por qué tomas a mal que yo sea generoso? Así los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos.
Este pasaje nos abre muchos caminos de reflexión el principal desde mi punto de vista; es el tema del trabajo, su dignidad y la gran diferencia que hay de sueldos en nuestro país, y donde quiera que se manifiesta el sistema del libre mercado o sea prácticamente en todo el mundo, pero hay sus salvedades según no lo manifiesta el coeficiente Gini, que nos jerarquiza los países con mayor igualdad entre los primeros: Japón y Dinamarca.
Desde la perspectiva de la teología, concretamente de la escatología podemos decir en breve que la paga es la misma para todos al final de nuestra jornada aquí en la tierra; la salvación, pero, aterrizando esto aquí y ahora diremos que Jesús mismo es la misma recompensa para cualquiera de nosotros.
¿ En que modos el Evangelio puede iluminar el mundo del trabajo hoy en día?
La misma paga esto el mismo Denario. ¿Qué aplicaciones tiene para mi vida como cristiano responsable de mi sociedad?