domingo, 21 de noviembre de 2010

Mateo 22, 1-14



Jesús les habló otra vez en parábolas, diciendo:

«El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo.
Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir.
De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: "Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas".
Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron.
Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad. Luego dijo a sus servidores: "El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él. Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren".
Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados. Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta."Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?". El otro permaneció en silencio. Entonces el rey dijo a los guardias: "Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí  habrá llanto y rechinar de dientes".
Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos».
     
¿Qué “cruces de caminos” estoy transitando en mi Ser y Quehacer cotidiano?
                
¿Cómo entiendo eso de: “Muchos son los llamados y pocos los escogidos”?


viernes, 5 de noviembre de 2010

Mateo 20, 29-34



Cuando salieron de Jericó, mucha gente siguió a Jesús.
Había dos ciegos sentados al borde del camino y, al enterarse de que pasaba Jesús, comenzaron a gritar: « ¡Señor, Hijo de David, ten piedad de nosotros!».
La multitud los reprendía para que se callaran, pero ellos gritaban más: « ¡Señor, Hijo de David, ten piedad de nosotros!».
Jesús se detuvo, los llamó y les preguntó: « ¿Qué quieren que haga por ustedes?».
Ellos le respondieron: «Señor, que se abran nuestros ojos».
Jesús se compadeció de ellos y tocó sus ojos. Inmediatamente, recobraron la vista y lo siguieron.

¿En que áreas de mi vida personal y de la vida experimento mayor ceguera y quiero pedir a la visión de Jesús?

¿En que áreas de la sociedad en que vivo experimento mayor ceguera y deseo pedir la luz de Jesús?